27/12/2004
Y Phoenix gana de doce...
Pero tenía que ganar de trece para ganar la apuesta. La que había hecho yo, y la que había hecho mi colega Juan. Y allí estábamos los dos, con los ojos casi en las manos, cada uno en su casa, en su cuarto, a las cuatro de la mañana. Noche mítica. Teníamos una apuesta cruzada de cinco partidos de la NBA. San Antonio ya había ganado, Minnesota también, todo iba bien. Con Milwaukee sufrimos hasta el final: tenían que ganar de cuatro y después de ir todo el partido ganando de diez se dejaron empatar en el último cuarto. Todo indicaba que ganarían de tres, el límite en el que perdíamos Juan sus cinco euros y yo mis dos. Al final ganaron de siete, la cosa iba viento en popa.
Pero llegaba el final del partido de Phoenix. Había ido ganando todo el partido de diecinueve, una paliza en toda regla. Pero a ocho minutos del final, le empataron. Todo se iba al garete, volver a meter trece puntos de diferencia era ya muy complicado. Pero a falta de un minuto se fueron quince arriba: era el milagro, la apoteosis, la Capilla Sixtina de las apuestas, un capolavoro. Hasta que llegó Rafer Alston, sí, me he quedado con su nombre, y metió el "típico triple de cuando ya no te defienden", redujo la ventaja a 12, Phoenix no tiró en los veintitrés segundos que quedaban y Juan y yo nos quedamos atónitos, no nos lo creíamos. Después del mal trago de Milwaukee no nos podíamos ir así. Era como haber jugado una final y haberla perdido en los penaltis.
Pero tampoco nos importó mucho. Nos lo estábamos pasando tan bien, que se nos olvidó que había dinero en juego. Lo único que había por medio era un juego, y no me refiero al baloncesto, sino al que jugábamos nosotros de acertar los resultados. La tecnología tiene cosas impagables, como pasar cuatro horas delante de un ordenador con un colega al otro lado del hilo, sufriendo tus mismas inquietudes y vivendo tus mismas ilusiones. Y la noche de ayer será recordada, no por la apabullante victoria de Minnesota, ni porque LeBron James se quedara a un rebote de un triple doble que podía haber logrado al descanso, sino por lo que me reí, sufrí y disfruté con un pedazo de colega.
23/12/2004
Aleluya, aleluya
Pues sí, "El Mesías" de Haendel marca, para qué nos vamos a engañar. Casi tres horas de concierto, con un meditado (imagino que ya por el propio Haendel) descanso tras el "Aleluya" para que cierta parte del público pueda largarse a casa a dormir. Aunque algunos penséis que los voy a criticar diciendo que van por ir y que después de la parte conocida ya no les interesa más, no lo haré. La parte que quedaba después era corta y el concierto acabó pasada la una y cuarto de la madrugada. El metro se acaba y la gente trabaja. Habría algún caso de snobismo, no lo dudo, pero me pareció en gran medida lógico. En cuanto a la obra en sí, alguna sorpresilla. Por ejemplo, la duración. Yo había escuchado un cd de "El Mesías" pero muy incompleto, por lo visto. En las grabaciones se saltan muchas partes que son pequeños recitativos o pequeñas arias que en una representación completa sí se hacen, como es normal. Tanto el director, que ejerció de primer violín en varias ocasiones, como los solistas eran italianos, así que como en casa. Y el fragmento de "Aleluya" espectacular, como era de esperar. Casi se me olvida contar una de las cosas que más me impactó. Madrid entero está constipado. Se deduce de que entre fragmento y fragmento, en esos segundos que se dejan, el auditorio entero se pusiera a toser como posesos, hasta el límite de escuchar verdaderas toses asquerosas. Además, creo que en este fenómeno encontramos también el efecto dominó: tose el de al lado, ¿no voy a toser yo?. También quiero agradecer a la señora de dos asientos a mi izquierda que se sonara los mocos impunemente en repetidas ocasiones en mitad del concierto. Y releído este párrafo me avergüenzo un poco de cómo la inactividad hace mella en la calidad de lo escrito.
Aleluya también, pero por otro lado. Volví a ver a Rafa, ese pedazo de hombre, y visité al fin su estudio de las afueras junto a Curro, donde vi "Dodgeball", la última de Ben Stiller, que es de las grandes, grandes. Y creo que lo voy a dejar aquí, porque escribir de día es un sinsentido; para escribir tiene que ser siempre de noche, que es cuando hay luna, estrellas, y como todo está oscuro, lo único que ves es lo que se ve sin luz, es decir, dentro de los demás y de uno mismo. De día se cuentan las cosas como son, porque las estás viendo. De noche se cuentan como crees que son, como recuerdas que son, como te gustaría que fueran, de cualquier manera que no sea la absolutamente real, creo que es la magia de coger un lápiz y ponerte a escribir. Y sí, me niego a salir de ese tópico, espero que pasen muchos siglos hasta que sea "abrir el Word y ponerte a teclear". Si me he enrollado en esto último, lo siento, pero alguien me había pedido una explicación que aún no le había dado.
21/12/2004
Guess who's back
Como viene siendo la tónica habitual del blog, ayer empecé otro post que no acabé, así que toca empezar hoy desde prácticamente cero. Pues sí, ya he vuelto. Y ahora mis tres meses en Pisa no parecen más que un larguísimo sueño, o una película o algo que en el fondo está tan lejísimos de aquí que cuando me preguntan "qué tal" me limito al "muy bien". Es como querer cuando después de leer "El Señor de los Anillos" por cuarta vez te preguntan que qué te ha parecido y dices "genial" sabiendo que es una forma absurda de calificarlo. En fin...
Me resulta raro que las cosas no me resulten raras. Quedar en la Calabaza, la Play de Pablo, los pájaros que cantan a las cuatro de la mañana, ver gente a la que hace meses que sólo leo, leer a gente a la que llevo viendo meses... Es como si me hubiera ido un par de días en el fondo. Aunque soy consciente de que estos veinte días no son más que un paréntesis en diez meses.
Me preocupa el bajón que ha dado el blog. Lo tengo un poco abandonado, en parte por falta de tiempo, en parte porque cuando me pongo significa que el (puto) messenger está también abierto, por lo que las posibilidades de encontrarme a alguien con quien hace mucho que no hablo son grandes. Conclusión: post affanculo. Espero irme otra vez teniéndolo un poco más enderezado, para que desde Pisa, donde todo está torcido, el blog pueda volver a ser un cúmulo de reflexiones más o menos serias en vez de un sitio donde explique que he ido a la Opera. No quiero contar que he ido, quiero contar lo que he sentido, lo que han ayudado mi asignatura de Historia de la Música (Iberni, gracias) y mi estancia en Italia para aproximarme por fin a ese mundo de luces y silencios. Ahora debo ir poco a poco, como cuando empecé con la pintura, conociendo "Las Meninas" musicales y las grandes obras para ir profundizando con los años. ¿Quién se convertirá en mi Raffaello musical? ¿Quién me dará la paz de Beato Angelico? Tardaré años en descubrirlo, pero tengo tiempo. De momento, mañana voy al Auditorio Nacional a ver "El Mesías" de Haendel. Estoy impaciente.
13/12/2004
We're on business
Bueno, parece que al fin puedo escribir otra vez. Cumulo de cosas que han impedido este post. Nadie sabe cuantas veces he podido pinchar en "Nuovo post" y quedarme con las ganas. O alguien aparecia en el Messenger para distraerme del post, o la web no iba, o directamente no tenia tiempo.
Bien, el tiempo dicta sentencia para muchas cosas, y podemos decir que la Erasmus se ha encarrilado definitivamente. Bien, bien, bien. Con el 95% del traslado hecho, con la cabeza un poco mas ligera de pensamientos inoportunos, con alegrias con las que no contaba y sin bloqueos emocionales, todo apunta a que el sol que hace hoy en Pisa y que me permite andar en manga corta por la calle no solo no es casual, sino que en cierto modo es premonitorio.
Como hechos muy destacables en los ultimos dias sin escribir estuvo, sin duda, la visita de mi hermana, inolvidable, calificada para mis adentros como el mejor viaje que he hecho nunca, con la paradoja de que no me movi de donde estaba. Luego ha habido de todo, otra Opera, "Acis and Galatea" de Haendel con arreglos de Mozart, un concierto de Navidad divertidisimo seguido de otro no menos divertido de un grupo siciliano. Incluso una noche "tipicamente Erasmus", con treinta y dos españoles cenando en un chino y despues en una discoteca bailando Raffaella Carrà, The Police y Black Eyed Peas. Por cierto, era miercoles.
Bien, el que advierta en este post sonrisas, optimismo, esperanzas y energias renovadas, ha establecido un vinculo de alguna clase conmigo. Los que no, probad a leerlo otra vez, que las claves estan ahi, algunas a la vista, otras latentes esperando a que las encontreis.